"Bienvenid@s a tod@s l@s jóvenes que se quieran acercar ya l@s adul@s les pedimos que abran nuestra puerta para comprobar que l@s jóvenes podemos cambiar".

domingo, 8 de febrero de 2009

Carta de lectores. Diario Río Negro. 07/02/09

"Escalofriante lo que propone el alcohol a los chicos"


Es escalofriante leer, escuchar, ver por tevé los desastres que propone el alcohol en chicos que apenas comienzan su etapa de adolescencia. Con 14 ó 15 años y hasta con bastante menos, según estadísticas e informes, ya han probado y tomado cantidades de bebidas que a generaciones anteriores les hubiera llevado años consumir, si se tomara esto como parámetro. Las agresiones, peleas, desmanes, cobardes palizas de varios contra uno y hasta asesinatos no tienen escala social, nivel de educación ni escenarios fijos: boliches, reuniones familiares, ambientes deportivos, la calle y hasta en las mismas casas, ¿Causas? Cualquiera, hasta la más inverosímil puede ocasionar una muerte.

¿Cómo nace este fenómeno, cómo se alimenta y cómo le ponemos coto a su crecimiento por cierto desmedido y potencialmente muchísimo más peligroso aún?

Veamos: las leyes están pero no se aplican, los menores consiguen qué tomar y consumir a toda hora en lugares que no se controlan, la Policía sostiene un discurso de manos atadas, políticos, jueces y abogados se atienen a la Constitución y ésta desespera por ser aplicada, los chicos delinquen y los que son detenidos, entregados a sus responsables.

Pero son éstos, los padres, los grandes protagonistas incompetentes en este caos cuasi infantil y también ellos los señalados para hacer amainar este temporal de locura violenta donde, reitero, alcohol y droga actúan como los grandes disparadores. Pareciera que sí, que en los hogares deberían darse las pautas mínimas de convivencia. Sin embargo a nadie escapa la paupérrima situación educacional en una franja cada vez más ancha de nuestra Argentina, progenitores incluidos claro, (la educación nunca fue negocio para nuestros gobiernos, nunca). Pero también es sabido que adolescentes privilegiados, receptores ellos de elevados niveles de instrucción, provocan los mismos o peores desastres que aquellos que recibieron poco y nada de escuela. Visto así, ¿qué camino nos queda? Uno solo y muy añoso además, aquel que nuestros ancestros nos fueron brindando y enseñando a través de generaciones, aquel que se ha abandonado en todos los niveles que rozan la enseñanza de los niños: el respeto, a nuestros mayores y semejantes como principio natural, básico e inicial. No es necesario estudiar para saber manifestarlo, pero sí para comenzar a andar la vida, de hecho muchos de nuestros abuelos y bisabuelos ni siquiera sabían leer pero tenían muy claro de qué se trataba y en este precepto que veneraban basaban sus principios en cuanto a la educación, limitados por cierto pero muy fuertes a la hora de formar su prole. Pareciera que nuestros incipientes jóvenes se están yendo de madre... y hasta de padre.

Revalorizar aquel sentimiento, el más intrínseco, noble y honorable de aquellos que nos inculcó la noble pureza de nuestros viejos, ¿no sería un buen reinicio de camino?

Hugo Capellán, DNI 11.208.763

oso_capellan@yahoo.com.ar - Cipolletti

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